Iniciamos la ruta circular en el pueblo de Acebo tal como hicimos en las dos anteriores veces que realizamos esta misma ruta.
Hoy el día lo hemos seleccionado debido a la agradable temperatura que hace, unos 22º, lo que junto al aspecto nublado que presenta nos va a ayudar en nuestra excursión.
Salida desde Acebo
Tomamos la carretera CC32.1 dirección Hoyos, donde después de un par de kilómetros nos desviamos por el camino que lleva a la casa rural Los Robles. Este camino en sus inicios cimentados alcanza un fuerte desnivel que nos va llevando a las cercanías de la casa rural donde acaba el camino cimentado, justo al lado de las placas solares que deben alimentar al complejo.
Salida desde Acebo
Ya se empieza a divisar a nuestra derecha y al fondo el pueblo de Acebo y el valle del Xálima por donde circula la rivera de Acebo, ello nos da ya una idea del desnivel que en poco tiempo hemos superado.
Video del valle del Xálima
Seguimos ascendiendo aunque desde que el camino se convirtió en tierra el desnivel se hace más llevadero; vamos siempre ascendiendo con el pueblo de Acebo a nuestros pies en la parte derecha, cada vez nos acercamos más a él pero cada vez queda más hundido debido a nuestro ascenso.
A nuestras espaldas empiezan a aparecer las vistas sobre el valle del Alagón, con algunos pueblos difuminados junto a los embalses de Gabriel y Galán o el de Borbollón.
Acebo y el valle del Alagón al fondo difuminado
Ahora aparecen los primeros robles, dan sombra y fresco, incluso humedad, lo cual hace que habiten nubes de mosquitos molestos que se nos ponen por los ojos y la cara como hacen con el ganado, vacas, ciervos, caballos y otros animales, ahora sentimos lo que estos bichos deben sufrir.
Hay momentos que las fuertes rampas con la piedra suelta dificulta el rodar, y si además añadimos la molestia de los mosquitos pues acaba en algunos momentos por sacarnos los nervios a flote debido a la impotencia de poder librarnos de ese suplicio.
Ya aparecen las primeras fuentes, en concreto la de la Represa que tiene diferentes pilones de piedra para recoger el hilillo que por ellos circula y servir de abrevadero para el ganado; al fondo aparece majestuoso el Jálama, cubierto por las nubes en su parte más alta.
Superamos de nuevo otro trozo de bosque de robles, evidentemente con sus nubes de mosquitos amargándonos el de nuevo escarpado camino; y por fin salimos del bosque para llanear.
Videos llaneando al salir del bosque
Video - Enlace con el camino que asciende desde San Martín de Trevejo
Un cartel clasifica el monte como utilidad nº 9, son montes de utilidad e interés general, así clasificados por tener carácter protector, social o ambiental; ya se nota la altura que vamos llegando pues mirar al valle del Alagón queda ya difuminado y el pueblo de Acebo está cada vez más hundido en la rivera.
Cartel y vistas al valle del Alagón con Acebo hundido en primer término
Frente al cartel hay aparcados dos coches que suponemos son de personal autorizado, concretamente pensamos que puedan pertenecer a los ganaderos o quizás de algunos excursionistas, aunque no tenemos claro que se permita libremente el acceso.
Tras los coches unas vacas se protegen del fuerte viento y la débil llovizna.
Justo en este punto el camino se acaba y comienza la calzada romana, camino de suelo empedrado que dificulta enormemente circular por ella pues no sólo las piedras son irregulares sino que se debe añadir la dificultad del desnivel que va adquiriendo, habiendo pasos que para superarlos son similares a una escalera.
Tramos de la calzada romana
Vamos superando las dificultades de la calzada romana, incluso en tramos debemos poner pie a tierra, nos llegamos a cruzar con un par de ciclistas que realizan la ruta al contrario, también ponen pie a tierra para descender por algunos tramos imposibles.
De repente nos encontramos con una primera fuente que ha sido restaurada, está muy bien conservada y por su caño corre un alegre y frío chorro de transparente agua.
La calzada a su paso por la fuente
Video de la fuente
Y poco más adelante otra fuente, también bien restaurada y conservada a modo rústico, típico de la zona.
Decidimos entonces realizar una parada de avituallamiento, de nuevo la fina lluvia aparece, estamos a 17º en la base del Jálama, nos encontramos a unos 1.100 metros de altitud.
Lugareños nos explicaron hace unos días en las piscinas naturales de Acebo, y nos dieron información sobre una zona cercana donde hay abandonadas unas minas de Wolframio que ahora las quieren revivir, así lo han reivindicado con unas pintadas.
Desde este blog les damos soporte y reivindicamos el respeto por la naturaleza.
NO A LA MINA
La curiosidad me pica, hace unos días vi una ruta que cercana a este punto pasaba por las minas de wolframio, así que intenté buscarlas en unas piedras amontonadas y sueltas que hay por la zona, pero simplemente son eso, piedras que han extraído junto a unas casetas abandonadas.
Retomamos el camino después del refrigerio, la temperatura permanece en los 17º pero el cielo empieza a amainar.
Enseguida nos topamos con una tercera fuente, también restaurada y muy bien conservada, esta vez en la vertiente derecha que da al valle del Xálima.
En esta vertiente empiezan a asomar y adivinarse los entrantes que forman los diferentes regatos y arroyos : regatos de la mujer, del puerto, arroyos de los Hocinos, de la mujer etc... todos ellos se juntan para formar la rivera de Acebo y confluir en la formación del embalse del Prado de las Monjas, embalse que a esta altura ya empezamos a divisar al fondo del valle, a nuestra derecha según avanzamos.
En el fondo del valle el embalse del Prado de las Monjas
La calzada romana se hace más transitable pero inicia de nuevo ascenso y se va adentrando en la montaña buscando cruzar los regatos que por allí bajan al embalse, de nuevo asoma al fondo el valle del Alagón, con sus embalses y pueblos difuminados en el horizonte.
En las postrimerías de la calzada romana, donde parece acabarse y se convierte en camino, revisamos de nuevo la ruta comentada sobre las minas de wolframio, y vemos que están justo encima de uno de los giros que se adentran para superar los regatos, y justo estamos en ese punto que vemos sobre nuestras cabezas, como a unos 30 metros de altura, lo que parece un muro que sujeta un camino tal como señala la ruta; así que seguimos hasta encontrar a nuestra izquierda un camino semioculto que parece ser el que nos debe llevar a las minas.
Obsérvese al fondo la calzada romana cómo se adentra para superar el regato, justo encima tenemos la minas de wolframio; al fondo el valle del Alagón
El camino es de excursionista en ligero ascenso y lleva dirección totalmente contraria a la que llevamos, es decir, hace un giro de 180º y enseguida vemos que no es practicable para la bici así que las dejamos tiradas en los inicios y seguimos el camino en ligero ascenso.
Por el camino nos encontramos media docena de excursionistas que seguramente descienden desde el Jálama pasando por las minas.
Cuando el camino pierde su desnivel y planea, aparecen unas casetas a nuestra derecha y la mina oculta tras unas barras de hierro que impiden el paso a su interior; justo debajo queda la calzada romana por donde hemos venido.
Descendemos por el mismo camino a reencontrarnos con las bicis y con el camino en el que se ha transformado la calzada romana; estamos en el punto más alto de la ruta, a 1.168m.
Aquí se inicia el descenso, el camino es terroso y con algunas piedras sueltas pero no resulta peligroso, tan solo en algunas rampas que descienden con un desnivel pronunciado.
El camino va buscando la ladera opuesta, hacia el Puerto de Perales y más concretamente el camino de Castilla, antiguo paso entre las comunidades de Castilla y León y Extremadura.
Llegamos a un camino cortafuegos, cerca de las minas de El Payo, y siguiendo la ruta se adentra por el bosque de pinos rodeando toda la ladera.
Ya casi rozamos la carretera de El Payo, allí hay zonas de pinares donde se cultiva la recolección de resina.
Después de tomar diversos caminos siguiendo un laberinto de bosque de pinos, nos mantenemos en la ruta indicada gracias al seguimiento con GPS, así llegamos a una nueva rampa con fuerte desnivel que desemboca en otro cortafuegos; nos asustamos solo pensar en tener que subir el brutal desnivel que lleva por toda la carena de la montaña pero nos encontramos a nuestra derecha un cartel que indica un sendero que resulta ser el camino de Castilla.
No vemos claro si se puede circular por él con las bicicletas, nos adentramos y a los pocos metros vemos que no hay problema, tan solo un cartel prohíbe el paso de vehículos motorizados, sobre todo enfocado a las motos.
El sendero resulta muy técnico, un descenso pronunciado con piedra suelta que a ratos queda empedrado y se convierte en una especie de calzada romana y que aparece y desaparece entre la vegetación que lo invade.
Video del camino empedrado
Las vistas son impresionantes, en la ladera opuesta el Jálama, en la ladera derecha todo el bosque de pinos que hemos atravesado y al fondo el embalse del Prado de las Monjas, además se adivina el camino según desciende marcado entre la vegetación.
Vistas desde el camino de Castilla
Pasamos por el manantial de Santa María, un banco y mesa comido por la vegetación y un manantial oculto que ni siquiera se adivina, está en estado de abandono.
Seguimos el descenso y de un árbol cercano se espantan unos buitres que descansaban en la sombra, seguimos viendo al fondo cada vez más nítido el embalse del Prado de las Monjas.
Llegamos a un cruce de caminos, la Encrucijada, desde donde se ve una fuerte subida que lleva al mirador de La Ventosa.
Cartel informativo en La Encrucijada
Desde el mirador de la Ventosa, el embalse de Prado de las Monjas se divisa perfectamente, siguiendo el curso de la rivera de Acebo se adivinan las piscinas naturales así como todo el circo del valle del Xálima que limitan las montañas por donde hemos ciclado, la rivera desde Acebo subiendo hasta las faldas del Jálama, la ladera que recorre el laberinto de caminos en los pinares y el descenso del camino de Castilla.
El embalse Prado de las Monjas desde el mirador La Ventosa
Video de las vistas del circo desde el mirador de La Ventosa
Desde este mirador el camino que desciende a las piscinas naturales es mucho más pendiente, incluso hay tramos con escaleras, es peligroso hasta alcanzar un camping y las piscinas naturales, nuestro destino antes de ascender un kilómetro por la carretera hasta Acebo donde retornamos al coche.